viernes, octubre 22

Sostenible y sustentable / Alexis Márquez Rodríguez / El Nacional, 5/11/2000


 Varias personas me han consultado sobre la validez de los vocablos «sostenible» y «sustentable», cuando se aplican al sustantivo «desarrollo»: «Desarrollo sostenible» o «desarrollo sustentable».
De lo que me dicen algunos deduzco que se trata de algo así como un «tecnicismo», del uso de un término dentro de un contexto muy definido, en que la función calificativa del vocablo que se emplee juega un papel muy importante, porque se trataría de definir técnicamente el concepto de «desarrollo» que se quiere manejar.
Me parece, además, que los científicos sociales que manejan el concepto tienden acomplicar las cosas —en este caso, quiero decir, no en todo— más allá de lo que ocurre en el campo específico del lenguaje. Y que me perdonen lo que pudiera parecer una intromisión en lo que no me concierne. Y como, además, estos conceptos de las ciencias sociales escapan a mi entendimiento, por respeto al conocimiento científico y a los científicos, y, por supuesto, al público que me lee, voy a tratar el tema estrictamente desde el punto de vista lingüístico o gramatical, que es el área donde me muevo con alguna propiedad.
Confieso que no entiendo muy bien qué se quiere decir con «desarrollo sostenible» o «desarrollo sustentable». Por ello voy a ceñirme al interés de mis consultantes en saber cuál es el adjetivo que debe usarse en este caso. «Sostenible» y «sustentable» son de los llamados «adjetivos verbales» o «postverbales», porque derivan de sendos verbos: «sostener» y «sustentar». Pertenecen al tipo de esos adjetivos que se forman mediante el agregado a la raíz del verbo del sufijo «-able» o «-ible»: «amar», «am-able»; «temer», «tem-ible»; «corregir»«, «correg-ible». El sufijo «-ble», tanto en su forma «-able» como «-ible», denota la idea de «posibilidad pasiva, es decir, capacidad o aptitud para recibir la acción del verbo (DRAE). Esto quiere decir, en este caso, que «sostenible» es lo que es «capaz de sostener o de sostenerse», y «sustentable» aquello que es «capaz de sustentar o sustentarse». Si aplicamos estas observaciones a la frase que motivó las consultas, diremos que «desarrollo sostenible» es el desarrollo que puede o es capaz de sostenerse, y «desarrollo sustentable» es el que puede o es capaz de sustentarse. Gramaticalmente el uso de ambos adjetivos como calificativos del sustantivo «desarrollo» es válido. Pero habría que definir si semánticamente, es decir, desde el punto de vista del significado, los dos son igualmente válidos, o si sólo uno de ellos puede emplearse con propiedad.
Para definir tal cosa debemos remitirnos al significado de los dos verbos. «Sostener», dice el DRAE, es «Sustentar, mantener firme una cosa». Tiene otras acepciones, pero ésta es la que nos interesa por ahora. En cuanto a «sustentar», el mismo DRAE lo  define en su tercera acepción como «Sostener una cosa para que no se caiga o se tuerza». Como se ve, el diccionario de estos verbos como sinónimos casi perfectos.
En efecto, «mantener firme una cosa» (sostener) equivale a «sostener una cosa para que no se caiga». Se sobreentiende que aquella cosa que debe «sostenerse» o «sustentarse» existe de antemano, es decir, que el «sostenimiento» o «sustentación» de la misma no es lo que le da origen, sino que, una vez presenta dicha cosa, de lo que se trata es de mantenerla, de sostenerla, de asegurar su continuidad. En el caso de la frase motivo de las consultas se trata de que el «desarrollo», una vez iniciado, se mantenga, se conserve, incluso que aumente o se acelere. Visto así el asunto, forzosamente hay que concluir que, situándonos estrictamente en el terreno del lenguaje, del léxico y la semántica, los adjetivos «sostenible» y «sustentable» son sinónimos, como lo son los verbos de que derivan, y por tanto su uso es indistinto, sólo sobre la base del gusto del usuario, sin que el empleo de uno u otro obedezca a regla alguna. Sin embargo, pudiera haber interés en establecer, dentro del ámbito científico del concepto, algún matiz semántico, alguna diferencia conceptual entre lo «sostenible» y lo «sustentable». Pero eso ya es ajeno a nuestro interés específicamente gramatical o lingüístico, y en lo que a mí respecta necesitaría una información más detallada de qué es lo que se quiere decir para poder emitir una opinión.
Como hecho curioso, en el DRAE aparece el adjetivo «sustentable» («Que se puede sustentar o defender con razones»), pero no «sostenible». En cambio, en Clave. Diccionario de uso del español actual, cuya excelencia he destacado muchas veces, no figura «sustentable», pero sí «sostenible: Que puede ser sostenido: El mundo debe tener un desarrollo “sostenible”, porque el progreso indiscriminado está causando graves desastres ecológicos». Aquí puede verse ese matiz semántico a que hice referencia, y que bien pudiera establecer una cierta diferencia entre lo «sostenible» y lo «sustentable».
El que uno de estos adjetivos, o cualquier otro, no figure en el DRAE no significa, por supuesto, que no exista. ¿Cuántas veces he dicho que el diccionario no determina la existencia o inexistencia de ningún vocablo? Pero en este caso esto es aún más evidente. De hecho todos los verbos tienen un adjetivo derivado terminado en «-ble», figure o no en el diccionario. Se trata de una derivación lógica, natural, que en algunos casos puede estar como latente, como esperando que alguien lo emplee para materializarse. De modo que cuanto esto ocurre, no puede hablarse de la creación o invención de una nueva palabra, sino de extraerla de un reservorio natural. Hace algún tiempo expliqué esto con respecto al sustantivo «gobernabilidad», que es, a su vez, un derivado natural del adjetivo «gobernable». La existencia de éste, aunque no esté en el diccionario, es de una lógica abrumadora. Inevitablemente el verbo «gobernar» genera un adjetivo derivado que es «gobernable». Y éste, por su parte, genera también necesariamente un sustantivo derivado, que es «gobernabilidad».

Notas sueltas para pensar en una Caracas menos in-sustentable
José Carvajal / 21 de octubre de 2010

Charla abierta en el Taller de Fotografía Roberto Mata en el
 III Mes Venezolano Francés de Desarrollo Sustentable

Desde hace al menos una década me ha llamado mucho la atención lo que me parece un terrible síntoma de disolución de lo público como aglutinante social. Ante los datos que muestran a Caracas como una de las ciudades más violentas del mundo, no hemos podido responder como sociedad. La violencia y la muerte es el mayor temor compartido, la gran amenaza, pero nos cuesta articular una respuesta que vaya más allá de la estrategia individual o, a lo sumo, comunal o vecinal. Por citar lo más obvio, se han producido innumerables movilizaciones de gran calibre a favor o en contra del gobierno, pero nunca nos hemos movido en la misma escala en relación con este tema vital: nuestra vida, nuestra propia sustentabilidad o sostenibilidad en este territorio. He ahí un rasgo nuestro que parece hablar si no de insostenibilidad, al menos de inviabilidad del “modelo” bajo el que hemos actuado hasta ahora. Y ese que, ante problemas de carácter sistémico que, aunque no por igual nos afectan a todos, terminan produciendo soluciones individuales, ya sea en la educación (apostamos a los colegios privados por encima de los públicos); en la salud (pagamos el costo de una póliza de seguro individual antes de ir a un hospital); en el transporte (anhelamos tener nuestro vehículo particular antes de montarnos en el metro o en los autobuses); en la recreación (para muchos es preferible la acción en un club que ir a un parque público) o en la misma seguridad (cerramos calles con garitas y rejas, pagamos vigilancia privada, rodeamos nuestras propiedades con cercos eléctricos, compramos un arma de fuego), donde se ha invertido mucho y no hay muestras de que hayamos disminuido la fatalidad. Lo público, pues queda para aquellos que no tienen capacidad para generar sus propias soluciones, se convierte en asunto remedial “de los más necesitados”.

Como entenderán, mi intención no es hablar de inseguridad. Lo que me interesa resaltar es que teniendo la importancia vital que tiene este tema no hemos actuado sino de manera fragmentaria desde el terreno de lo privado. Y eso creo que marca al menos a nuestra clase media: nos cuesta actuar (participar) en colectivo en función del bien común. Y es en ese contexto que quiero que ubiquen los planteamientos que pondré sobre la mesa. Los temas varían en escala pero al final todos se expresan contundentemente en el ámbito de nuestra vida cotidiana.
No pretendo abarcarlos rigurosamente, agotarlos, ni presentarlos en orden de importancia. Apenas los esbozo, los señalo, los abro como telón de fondo para las líneas de trabajo que se tracen en este taller.




Como los datos oficiales no están disponibles, las cifras que se manejan pueden variar entre 94 y 230 homicidios por cada 100 mil habitantes, la primera nos ubicaría por debajo de Ciudad Juárez (México), San Pedro Sula (Honduras) y San Salvador (El Salvador), la segunda muy por encima de cualquier ciudad del mundo.

 Ciudad difusa vs ciudad compacta - La excusa de la tranquilidad. 

La primera se explaya en el territorio (por lo general como conglomerados meramente residenciales), lo que implica mayor consumo de suelo (y por tanto modificación del paisaje natural e impacto en sus recursos vegetales, hídricos, etc).  La segunda se concentra en poco espacio, es más densa. La primera implica la necesidad de más vías y de mayor consumo de energía para trasladarse, la segunda propicia más los viajes peatonales y el uso del transporte público, pues es más mezclada y el comercio, los servicios, suelen estar a la mano. Caracas está llena de este tipo de desarrollos de un solo uso, sobre todo residencial, que se niega a cambiar (el sureste es un ejemplo claro de esto). Pero lo peor no es su 
resistencia al cambio, sino que aún persiste la creación de las llamadas “ciudades satélite” o “ciudades dormitorio”, tanto desde la acción inmobiliaria privada, como desde el gobierno central (“ciudades socialistas”) que no hacen sino profundizar ese esquema que implica más vías, más carros, más combustible.





Digamos que en sí misma esta diferenciación plantea un dilema en términos ambientales, pero también entronca con otros temas de sosteniblidad (en este caso gobernabilidad), por un lado la expulsión y segregación hacia las periferias de aquellos que no tienen una alta capacidad de consumo termina generando grandes conflictos (París sabe mucho de eso), o por el otro la inversión pública se destina desigualmente. Por eso temas como “el derecho a la ciudad” (tener acceso a vivienda y disfrutar de la oferta que hay en ella) son cruciales al revisar este asunto de orden territorial.

Recientemente se habla de una Ley Orgánica de Emergencia de Regularización de Tierras Urbanas para el Impulso a la Construcción de Viviendas. 
Más allá de
los detalles políticos (invasiones, confiscaciones, expropiaciones), sin dudas es pertinente trabajar en un control y regulación de los suelos urbanos (como existe en las grandes ciudades). Esto parece señalar la posibilidad de una política de viviendas de interés social en una ciudad como Caracas donde hay muchos terrenos vacíos y edificaciones abandonadas y zonas de baja densidad. Sup. Km2 Habitantes Densidad hab/Km2. Ciudad de Buenos Aires 203 3.027.000 14.911,33. Distrito Metropolitano de Caracas 504 2.763.000 5.482,14. Ville de Paris 105 2.150.000 20.476,19.




Fuentes: Buenos Aires, Sitio Web  de la ciudad de Buenos Aires / Caracas, Mindur, POU Caracas, resumen ejecutivo, julio 1996 (la superficie es sólo la urbanizada) / París, AFP y Guide de Tourisme Michelin. 

La ciudad fuera del mapa - ¿Exclusión premeditada?

• La falta de representación simbólica de la mitad de la ciudad, ya que los barrios no aparecen en el mapa oficial de Caracas, tiene unas implicaciones simbólicas tremendas. La condición de ciudadanía no es un asunto sólo fáctico y constitucional, también tiene un aspecto simbólico.

• El empeño de mantener la separación al hablar siempre de “dos ciudades” (la “formal” y la “informal”) una trampa que en cierta forma no corrige sino perpetúa, normaliza esta separación. Los espacios verdes y la vegetación urbana no hacen sistema. La poda salvaje y la tala de árboles porque ensucian, porque sirven de guarida, porque restan espacio para maniobrar o estacionar vehículos, porque son peligrosos (se quiebran, se caen), porque tapan fachadas de casas o comercios. 
Los parques metropolitanos como lugares a los que hay que ir, en vez de espacios a
travesables. Ejemplos: Parque del Este (La Floresta, Dos Caminos, Santa Cecilia, 
La Carlota), Parque del Oeste (Calle Maury, Los Flores de Catia). El Country Club como posible parque que conecte con el Ávila (con la casualidad de que fue diseñado a finales de los años 30 por la misma firma norteamericana que diseñó el Central Park de Nueva York)Los parques locales bajo candado, privatizados.



 Ávila vs Guaire / El bueno y el malo de la película.

No digo que el Ávila no reúna méritos, los tiene de sobra, pero me resulta sospechoso que lo más estimado de nuestra ciudad sea justamente lo que no hemos construido, lo que ya estaba ahí. Lo hemos modificado, le hemos añadido puestos de guardaparques, abierto caminos, reforestado, le metimos un teleférico, le clavamos una banderilla en el lomo. En cambio al Guaire no lo queremos ver, embaulamos sus quebradas, nos hacemos los locos con su aspecto (a menos que amenace con desbordarse), le tememos, y ese síque resume lo que hacemos y somos en la ciudad. Yo sueño con que en los clasificados se diga algún día como atributo de un apartamento: “con vista al Guaire”.

La movilidad / Perversa inversión de valores

Gasolina barata + estacionamientos regulados + promoción del consumo de vehículos (inclusive desde el gobierno).

Uso desigual de las vías:

--Casi 19% a pie
--Casi 24% en vehículo particular
--Alrededor de 57% en transporte público. Pero los vehículos particulares ocupan más de las ¾ partes de las víasAdemás la descarada ocupación de las aceras y espacios públicos por los carros, convertido en normalidad, en cultura que involucra a todos, a los rayados, a la tendencia a montar pasarelas para facilitarle la vida a los conductores y no se colocan puentes peatonales donde tendría sentido hacerlo. Lo que llamamos Educación Vial, que acá sigue siendo una tendencia, de alguna manera lo que hace es prefigurar los nuevos conductores del futuro en vez de ser una educación para disuadir a los niños de ese modelo y modelar más bien una movilidad sustentable.


¿Por qué no usamos más la bicicleta? / El mito: “En Caracas no se puede usar bici”

Tenemos una ciudad plana de este a oeste, y una buena franja alrededor del valle principal que no tiene mayor pendiente (entre la parte baja de la Florida y la parte baja de Colinas de Bello Monte). Lo moderno no es ir en carro, sino en bici como el tema de la desnudez, puede verse como algo muy de avanzada o depauperación.

No podemos esperar un carril para las bici sin reclamar el derecho a circular en igualdad de condiciones en la vías. No podemos esperar, en principio, tener sistemas de bicicletas públicas como París, Barcelona, Londres, porque para aspirar a ello debemos mostrar nuestro deseo, sacarlo a pasear. Cada vez veo más gente en bici, y eso me reconforta. 







Le Grenelle Environnement

“Le Grenelle Environnement” es un conjunto de encuentros políticos organizados en Francia en octubre de 2007 que pretende tomar decisiones a largo plazo en materia medioambiental y de desarrollo sustentable. El objetivo es trabajar sobre la biodiversidad mediante el establecimiento de tramas y esquemas de trabajo regionales y temáticos de coherencia ecológica, que a su vez busca disminuir las emisiones de gas de efecto invernadero y mejorar la eficiencia energética.

El término “Grenelle” hace referencia a los acuerdos de “Grenelle” de mayo de 1968 y designa por analogía un debate multipartido que reúne a representantes del gobierno, de las asociaciones profesionales y de las ONG.

Para más información (en francés):

Programa 21 de las Naciones Unidas

El Programa 21 es un programa de las Naciones Unidas (ONU) para promover el desarrollo sostenible. Es un plan detallado de acciones que deben ser acometidas a nivel mundial, nacional y local por entidades de la ONU, los gobiernos de sus estados miembros y por grupos principales particulares en todas las áreas en las que ocurren impactos humanos sobre el medio ambiente.

http://www.un.org/esa/dsd/agenda21_spanish/index.shtml